miércoles, 24 de junio de 2009

Ataque de Escanlar a Mercedes Vigil

Recibo de una lectora de este espacio, Carla Pozi, que adhiere a esta réplica efectuada por el Escritor Eduardo Luis Fernández, en referencia a un artículo escrito por Gustavo Escanlar en Búsqueda.

SEMANARIO BÚSQUEDA
Jueves 18 de junio de 2009.


DE PLATÓN A PLATERO.

Derecho a réplica de la columna titulada: “ Mercedes Vigil, la previsible “.

En la mencionada columna del Sr. Gustavo Escanlar, del jueves 4 de junio ppdo, sorprende la virulencia del ataque emprendido contra la escritora uruguaya Mercedes Vigil.

Desconozco si el Sr. Escanlar tiene motivos personales para dicho ataque. Por mi parte voy a fundamentar las razones que me llevan a ensayar esta réplica.

Como escritor ( ocasionalmente crítico y jurado literario, coordinador de ciclos y talleres literarios desde hace varios años) siento el deber de responder a un comentario que excede a la persona de Mercedes Vigil, por cuanto la aludida columna configura un modelo de agresión – encubierto bajo el holgado ropaje de una crítica literaria – que los escritores no debemos tolerar, en legítima defensa de nuestros derechos.

En su desmesurada crítica el columnista no sólo la emprende contra Vigil, Mario Benedetti y otros, sino que se reserva el derecho de tratar de malos escritores a quienes le parezca, sin mediar otra justificación que no sea la de su antojadiza voluntad.

Reconozco que el Sr. Escanlar puede discutir la calidad de la obra de cualquier escritor, pero le exijo que, desde su pretendida posición de crítico, formule su disconformidad con argumentos literarios y, por lo menos, con el respeto que los escritores – y sus lectores- merecen.

El ejercicio de la crítica literaria no consiente el abuso verbal ni el uso de términos descomedidos para ridiculizar a un artista. La función crítica es – debe ser - todo lo contrario del chisme.
No voy a ensayar aquí una apología de Mercedes Vigil, mitad porque no soy el interesado ( aunque conviene aclarar desde ahora que, además de hacer una lectura analítica de su obra, reseñé y presenté su penúltima novela “ La Otra María “, razones que, medianamente, me justifican para opinar) y mitad porque Vigil no lo necesita; hace una década que decenas de miles de uruguayos la han convertido en uno de sus escritores preferidos.

El comentario que voy a refutar deja al descubierto, al menos, dos cosas bien evidentes.
La primera es la inequívoca señal de un mal que afecta desde siempre a los pseudo críticos y escritores frustrados; atacar con saña – y, casi siempre, sin argumentos - a un autor popular, basándose en la equivocada percepción de que este movimiento desplaza del centro de la escena al artista y coloca al crítico en su lugar.

La triste recompensa, que históricamente ha perseguido esta actitud, es la de es usurpar un ansiado minuto de la fama del vilipendiado. Sobran ejemplos de esta práctica y no hay artista popular que no haya padecido el fastidio de tener que soportarla.

La segunda es la comprobación del desconocimiento de la función crítica, por parte de quien asumió el rol de ejercerla en este caso. Esta ignorancia, o la desobediencia a las normas que rigen una sana crítica, dio como resultado un comentario que en lugar de ocuparse de la obra se obsesiona en “ cazar “ al autor, hilvanando disparates con groserías.

Pongamos en evidencia algunos desatinos del columnista.
Desde el título “ Mercedes Vigil, la previsible “ el artículo se despeña al abismo.
Si se entiende por “ previsible “ algo que puede anticiparse, que puede ser previsto con facilidad empezamos mal.

Mercedes Vigil, lejos de ser una autora previsible, ha sorprendido constantemente dando muestras de su diversidad temática, del variado escenario geográfico y temporal de su narrativa, y de una solvencia creativa consumada para elaborar diferentes personajes – históricos y de ficción- en sus novelas; todas, invariablemente, de propuestas e intereses muy distintos.

Su obra, además del último libro “ Hijas de la Providencia “, abarca 5 novelas históricas, 3 novelas de ficción, 4 crónicas históricas, varios cuentos seleccionados en antologías del género, y 2 libros de cuentos para niños.
El mismo columnista ha confirmado esta diversidad al mencionar – en parte – los diferentes temas y personajes abordados por la narrativa de MV, contradiciendo su argumento, desde el principio.
Una escritora previsible, al decir del columnista, era Agatha Christie, por ejemplo, que siempre escribía lo mismo; lo cual no significa que, necesariamente, fuera mala escritora. Un modelo actual de escritora exitosa previsible es J.K.Rowling; uno ya sabe que viene la parte 8, 9 , etc. de Harry Potter.

Por todo lo antedicho dudo, entonces, que se pueda calificar a la Vigil de “ previsible “.
Escanlar afirma que los libros de Vigil no “ vuelan “ sino que “ caminan, a ras del suelo “ ( que es, ni más ni menos, la única forma de caminar por el suelo si uno no pretende levitar).
Para continuar con la muy ingeniosa alegoría propuesta por el columnista podría decirse que su escritura ( la de él) se “ arrastra “ en un terreno plagado de cizaña.

En efecto, en ese metafórico reptar su palabra hunde el colmillo cuando está segura de haber hallado el talón de Aquiles ( perdón, el de la Vigil), y entonces muerde.
El columnista asegura que MV escribe “ redacciones escolares “, aunque tres líneas después jura que “ ... no puede decirse que haya aprendido a escribir “.

No ha quedado claro, finalmente, si Mercedes Vigil asistió o no a la escuela.
Continuemos : se asegura que la Vigil “ convierte vidas extraordinarias en lugares comunes literarios “. Es una pena que Escanlar se limite sólo a denunciarlo y no nos diga en qué páginas de la extensa obra de esta autora halló la fórmula de esa ineficaz alquimia.
Pero hay más: el columnista informa que “ El nuevo libro Hijas de la Providencia, cuenta... historias de mujeres “. Verdad que si no fuera por semejante revelación nadie hubiera imaginado jamás tal cosa?

Vale la pena seguir un poco más; ahora el columnista decide que “ La redacción de Vigil avanza a los tropezones colmada de cursilerías “, y de pronto el mundo se detiene; Gustavo Escanlar – se olvida un momento de la Vigil - y anuncia que Mario Benedetti era un cursi! Semejante noticia viene ilustrada por una dislocada comparación: Benedetti era como Corin Tellado; un “ ducho en el arte de la cursilería “ ( sic ) .

El columnista camina sobre el cadáver caliente del popularísimo escritor, sobre los 65 años de oficio y respetada trayectoria literaria del narrador, poeta, ensayista y crítico uruguayo más leído en el mundo ( no dije el mejor) dispuesto a reducir a una expresión “ cursi “ sus 80 libros.
De paso trató de cursis a varios millones de uruguayos y extranjeros que admiran su literatura, y - como es gratis - también a otros “ cursis “ como Saramago, Vargas Llosa, Joaquín Sabina, etc, que expresaron su reconocimiento a la obra del escritor, como también lo hizo la comunidad literaria y artística nacional, en forma unánime.

Del mismo modo, al afirmar que Mercedes Vigil escribe “ redacciones escolares “ subestima la inteligencia de sus miles de lectores, presupone la imbecilidad de los editores que la contratan, y también la ignorancia de calificados jurados que le han otorgado premios en el Uruguay y en el exterior.
Evidentemente hay dos mundos; en uno de ellos sólo vive Escanlar .

Continuemos profundizando en el abismo.

De pronto un burro aparece en escena - el animal lo eligió el columnista - y Escanlar ( el implacable “crítico”, el mismo que trata de escolar e infantiloide a la Vigil ) recita : “ Platero es pequeño, peludo y suave “.
De su libresca cultura de la infancia rescata un ejemplo de lo que él denomina: “ acumulación de adjetivos “ ( traduzco; se trata de un recurso literario denominado “enumeración”) , recurso, del cual dice que abusa MV, igual que de la “ acumulación de sustantivos “.

Uno sospecha que Escanlar imagina una literatura hecha sólo de verbos, o peor aún, una que consista en la acumulación de artículos y preposiciones. Convengamos que sería una literatura muy pobre, aunque nos ahorraría, además de casi todas las palabras, también a los críticos. Sin temor al ridículo el columnista afirma que “ se trata de un recurso gastado “ ( el de la “ acumulación de adjetivos, sustantivos “, como él lo llama) Sr. Columnista: Los tropos ( metáfora, sinécdoque, metonimia, hipálage, alegoría) y los recursos estilísticos literarios ( anáfora, hipérbole, pleonasmo, enumeración, etc, etc ) no se agotan porque se los use reiteradas veces. No se gastan.

Desde la “ Alegoría de la Caverna “ de Platón, por fijar un caprichoso punto de partida en la antigüedad, hasta “ Platero y yo “, por citar un libro que Ud. conoce, los mismos recursos literarios han sido usados sin que se tenga noticias del temor de ningún escritor por gastarlos. Su eficacia – o todo lo contrario – dependerá del uso que uno haga de ellos. Como con cualquier otra cosa; con el cerebro, por ejemplo.
Sin embargo, en algo tiene Ud. toda la razón; Platero era pequeño, peludo y suave.

El columnista está muy preocupado por la adjetivación en la obra de Vigil.
Con una actitud más policial que crítica señala algunos adjetivos funcionales usados por MV con la intención de ridiculizarla. De esa manera elude las obligaciones de un verdadero crítico literario. No hay un solo comentario suyo respecto de los Aspectos Estructurales de la Narración ( Por ejemplo; de la estructura de la Acción), ni de los Elementos Estructurales ( Por ejemplo: el Narrador) ni del Punto de Vista de la Narración, ni de la elaboración del Discurso en la obra de Mercedes Vigil. Nada de nada.

Se dedica a buscar lugares comunes literarios, a revisar adjetivos y sustantivos, con pueril entusiasmo. En definitiva, hace bastante bien lo que podría ser la tarea de un cadete de crítico literario, pero de las materias que debe abordar un verdadero crítico no hemos visto nada. De alguien tan escrupuloso a la hora de juzgar la importancia de la adjetivación uno espera una didáctica demostración de su parte.

Apliquemos al inquisidor su propio tormento, quiero decir; veamos como adjetiva Escanlar. Al referirse a la autora – cuando no la está agrediendo – dice que es una “ gran “ vendedora de libros... una “ excelente “ descubridora de temas “ocultos “. Del último libro de la Vigil dice que cuenta historias...” muy marquetineramente “. Se refiere a una redacción “ colmada “ de cursilerías, y cuando califica el uso que MV hace de los adjetivos se despacha con una lista ( “ lineal, infantiloide, liceal, primario, primitivo “) que se empoza hasta la ordinariez al calificar de berreta y barato el sentimentalismo de Vigil “. Sin duda esta doble adjetivación simultánea ( otro recurso literario) está muy lejos de la calidad de un Borges o un Neruda.

Como vimos el nivel de la adjetivación del columnista es una desilusión, y puede apreciarse fácilmente que el tono agresivo del mismo está acorde con la pobreza de su discurso.

Repasando; Escanlar ha tratado a Mercedes Vigil de “ mala escritora “ de pertenecer a una “pésima estirpe literaria “, de “ mala poeta “, de escribir folletines “ baratos y berretas “ ( luego intercambiaría el orden de estos mismos adjetivos para referirse a su sentimentalismo) , de adjetivar como una “primitiva e infantiloide “ y de ser una cursi, aunque se limitó a enumerar tales acusaciones sin aportar nunca un fundamento válido de las mismas.

Conjeturo que esa demasiada necesidad de agredir viene a suplir las carencias argumentales de alguien más preocupado por tener la razón, a cualquier precio, que por buscar la verdad. Penosamente, en su enceguecido afán por denunciar la cursilería ajena, el columnista no hizo otra cosa que ir dejando en evidencia, a cada paso, la única y notoria cursilería a la que hemos asistido: la suya.

En resumen: cualquier artículo como el de la columna refutada – su estilo agresivo y carente de fundamentos – independientemente de quien lo escriba ( no conozco, ni por referencias, al Sr. Escanlar) debe ser motivo de rechazo por parte de todos los escritores.

Los méritos y defectos de las obras literarias deben ser juzgadas - cuando el juicio provenga de los foros literarios y los medios de comunicación - por personas que acrediten conocimientos en la materia y que demuestren el más elemental respeto por el trabajo ajeno.
En cuanto a la obra de Mercedes Vigil – como la de todos los escritores – será juzgada oportunamente por el inapelable tribunal del tiempo. Desconozco ese veredicto, pero mucho antes de eso Escanlar tendrá razón y ( muy a su pesar ) como él mismo lo expresa, con inocultable amargura, Mercedes Vigil “ seguirá vendiendo libros, más allá de las críticas “.

Ese misterio dejaría de atormentar al columnista si, en lugar de creer que todos somos cursis menos él, en lugar de ver fantasmas mercantiles y de imaginar “ viles tramas de poder y ambición “ analizara las razones literarias que justifican el sostenido éxito de la obra de Mercedes Vigil y el valor de otros autores populares que el Sr. Escanlar trata de “ malos escritores”, aunque sin dar razón alguna.
Permítaseme concluir con la expresión de un deseo, bajo la forma de una modesta sugerencia. Sería reconfortante que esta nota fuese publicada para que los lectores de Búsqueda ( y todos los escritores) no dudemos que ese semanario valora tanto una opinión como el derecho a ejercer su réplica.

Saluda cordialmente

Escritor Eduardo Luis Fernández
C.I. 1.853.528-7