Recibo de una lectora de este espacio, Carla Pozi, que adhiere a esta réplica efectuada por el Escritor Eduardo Luis Fernández, en referencia a un artículo escrito por Gustavo Escanlar en Búsqueda.
 
  
SEMANARIO BÚSQUEDA Jueves 18 de junio de 2009. DE  PLATÓN A PLATERO.
Derecho a réplica de la columna titulada: “  Mercedes Vigil, la previsible “.
En la mencionada columna del Sr.  Gustavo Escanlar, del jueves 4 de junio ppdo, sorprende la virulencia del ataque  emprendido contra la escritora uruguaya Mercedes Vigil.
Desconozco si el Sr.  Escanlar tiene motivos personales para dicho ataque. Por mi parte voy a  fundamentar las razones que me llevan a ensayar esta réplica.
Como escritor  ( ocasionalmente crítico y jurado literario, coordinador de ciclos y talleres  literarios desde hace varios años) siento el deber de responder a un comentario  que excede a la persona de Mercedes Vigil, por cuanto la aludida columna  configura un modelo de agresión – encubierto bajo el holgado ropaje de una  crítica literaria – que los escritores no debemos tolerar, en legítima defensa  de nuestros derechos.
En su desmesurada crítica el columnista no sólo la  emprende contra Vigil, Mario Benedetti y otros, sino que se reserva el derecho  de tratar de malos escritores a quienes le parezca, sin mediar otra  justificación que no sea la de su antojadiza voluntad.
Reconozco que el Sr.  Escanlar puede discutir la calidad de la obra de cualquier escritor, pero le  exijo que, desde su pretendida posición de crítico, formule su disconformidad  con argumentos literarios y, por lo menos, con el respeto que los escritores – y  sus lectores- merecen.
El ejercicio de la crítica literaria no consiente el  abuso verbal ni el uso de términos descomedidos para ridiculizar a un artista.  La función crítica es – debe ser - todo lo contrario del chisme.
No voy a  ensayar aquí una apología de Mercedes Vigil, mitad porque no soy el interesado (  aunque conviene aclarar desde ahora que, además de hacer una lectura analítica  de su obra, reseñé y presenté su penúltima novela “ La Otra María “, razones  que, medianamente, me justifican para opinar) y mitad porque Vigil no lo  necesita; hace una década que decenas de miles de uruguayos la han convertido en  uno de sus escritores preferidos.
El comentario que voy a refutar deja al  descubierto, al menos, dos cosas bien evidentes.
La primera es la inequívoca  señal de un mal que afecta desde siempre a los pseudo críticos y escritores  frustrados; atacar con saña – y, casi siempre, sin argumentos - a un autor  popular, basándose en la equivocada percepción de que este movimiento desplaza  del centro de la escena al artista y coloca al crítico en su lugar.
La  triste recompensa, que históricamente ha perseguido esta actitud, es la de es  usurpar un ansiado minuto de la fama del vilipendiado. Sobran ejemplos de esta  práctica y no hay artista popular que no haya padecido el fastidio de tener que  soportarla.
La segunda es la comprobación del desconocimiento de la función  crítica, por parte de quien asumió el rol de ejercerla en este caso. Esta  ignorancia, o la desobediencia a las normas que rigen una sana crítica, dio como  resultado un comentario que en lugar de ocuparse de la obra se obsesiona en “  cazar “ al autor, hilvanando disparates con groserías.
Pongamos en evidencia  algunos desatinos del columnista.
Desde el título “ Mercedes Vigil, la  previsible “ el artículo se despeña al abismo.
Si se entiende por “  previsible “ algo que puede anticiparse, que puede ser previsto con facilidad  empezamos mal.
Mercedes Vigil, lejos de ser una autora previsible, ha  sorprendido constantemente dando muestras de su diversidad temática, del variado  escenario geográfico y temporal de su narrativa, y de una solvencia creativa  consumada para elaborar diferentes personajes – históricos y de ficción- en sus  novelas; todas, invariablemente, de propuestas e intereses muy distintos.
Su  obra, además del último libro “ Hijas de la Providencia “, abarca 5 novelas  históricas, 3 novelas de ficción, 4 crónicas históricas, varios cuentos  seleccionados en antologías del género, y 2 libros de cuentos para niños.
El  mismo columnista ha confirmado esta diversidad al mencionar – en parte – los  diferentes temas y personajes abordados por la narrativa de MV, contradiciendo  su argumento, desde el principio.
Una escritora previsible, al decir del  columnista, era Agatha Christie, por ejemplo, que siempre escribía lo mismo; lo  cual no significa que, necesariamente, fuera mala escritora. Un modelo actual de  escritora exitosa previsible es J.K.Rowling; uno ya sabe que viene la parte 8, 9  , etc. de Harry Potter.
Por todo lo antedicho dudo, entonces, que se pueda  calificar a la Vigil de “ previsible “.
Escanlar afirma que los libros de  Vigil no “ vuelan “ sino que “ caminan, a ras del suelo “ ( que es, ni más ni  menos, la única forma de caminar por el suelo si uno no pretende levitar).
Para continuar con la muy ingeniosa alegoría propuesta por el columnista  podría decirse que su escritura ( la de él) se “ arrastra “ en un terreno  plagado de cizaña.
En efecto, en ese metafórico reptar su palabra hunde el  colmillo cuando está segura de haber hallado el talón de Aquiles ( perdón, el de  la Vigil), y entonces muerde.
El columnista asegura que MV escribe “  redacciones escolares “, aunque tres líneas después jura que “ ... no puede  decirse que haya aprendido a escribir “.
No ha quedado claro, finalmente, si  Mercedes Vigil asistió o no a la escuela.
Continuemos : se asegura que la  Vigil “ convierte vidas extraordinarias en lugares comunes literarios “. Es una  pena que Escanlar se limite sólo a denunciarlo y no nos diga en qué páginas de  la extensa obra de esta autora halló la fórmula de esa ineficaz alquimia.
Pero hay más: el columnista informa que “ El nuevo libro Hijas de la  Providencia, cuenta... historias de mujeres “. Verdad que si no fuera por  semejante revelación nadie hubiera imaginado jamás tal cosa?
Vale la pena  seguir un poco más; ahora el columnista decide que “ La redacción de Vigil  avanza a los tropezones colmada de cursilerías “, y de pronto el mundo se  detiene; Gustavo Escanlar – se olvida un momento de la Vigil - y anuncia que  Mario Benedetti era un cursi! Semejante noticia viene ilustrada por una  dislocada comparación: Benedetti era como Corin Tellado; un “ ducho en el arte  de la cursilería “ ( sic ) .
El columnista camina sobre el cadáver caliente  del popularísimo escritor, sobre los 65 años de oficio y respetada trayectoria  literaria del narrador, poeta, ensayista y crítico uruguayo más leído en el  mundo ( no dije el mejor) dispuesto a reducir a una expresión “ cursi “ sus 80  libros.
De paso trató de cursis a varios millones de uruguayos y extranjeros  que admiran su literatura, y - como es gratis - también a otros “ cursis “ como  Saramago, Vargas Llosa, Joaquín Sabina, etc, que expresaron su reconocimiento a  la obra del escritor, como también lo hizo la comunidad literaria y artística  nacional, en forma unánime.
Del mismo modo, al afirmar que Mercedes Vigil  escribe “ redacciones escolares “ subestima la inteligencia de sus miles de  lectores, presupone la imbecilidad de los editores que la contratan, y también  la ignorancia de calificados jurados que le han otorgado premios en el Uruguay y  en el exterior.
Evidentemente hay dos mundos; en uno de ellos sólo vive  Escanlar .
Continuemos profundizando en el abismo.
De pronto un burro  aparece en escena - el animal lo eligió el columnista - y Escanlar ( el  implacable “crítico”, el mismo que trata de escolar e infantiloide a la Vigil )  recita : “ Platero es pequeño, peludo y suave “.
De su libresca cultura de  la infancia rescata un ejemplo de lo que él denomina: “ acumulación de adjetivos  “ ( traduzco; se trata de un recurso literario denominado “enumeración”) ,  recurso, del cual dice que abusa MV, igual que de la “ acumulación de  sustantivos “.
Uno sospecha que Escanlar imagina una literatura hecha sólo  de verbos, o peor aún, una que consista en la acumulación de artículos y  preposiciones. Convengamos que sería una literatura muy pobre, aunque nos  ahorraría, además de casi todas las palabras, también a los críticos. Sin temor  al ridículo el columnista afirma que “ se trata de un recurso gastado “ ( el de  la “ acumulación de adjetivos, sustantivos “, como él lo llama) Sr. Columnista:  Los tropos ( metáfora, sinécdoque, metonimia, hipálage, alegoría) y los recursos  estilísticos literarios ( anáfora, hipérbole, pleonasmo, enumeración, etc, etc )  no se agotan porque se los use reiteradas veces. No se gastan.
Desde la “  Alegoría de la Caverna “ de Platón, por fijar un caprichoso punto de partida en  la antigüedad, hasta “ Platero y yo “, por citar un libro que Ud. conoce, los  mismos recursos literarios han sido usados sin que se tenga noticias del temor  de ningún escritor por gastarlos. Su eficacia – o todo lo contrario – dependerá  del uso que uno haga de ellos. Como con cualquier otra cosa; con el cerebro, por  ejemplo.
Sin embargo, en algo tiene Ud. toda la razón; Platero era pequeño,  peludo y suave.
El columnista está muy preocupado por la adjetivación en la  obra de Vigil.
Con una actitud más policial que crítica señala algunos  adjetivos funcionales usados por MV con la intención de ridiculizarla. De esa  manera elude las obligaciones de un verdadero crítico literario. No hay un solo  comentario suyo respecto de los Aspectos Estructurales de la Narración ( Por  ejemplo; de la estructura de la Acción), ni de los Elementos Estructurales ( Por  ejemplo: el Narrador) ni del Punto de Vista de la Narración, ni de la  elaboración del Discurso en la obra de Mercedes Vigil. Nada de nada.
Se  dedica a buscar lugares comunes literarios, a revisar adjetivos y sustantivos,  con pueril entusiasmo. En definitiva, hace bastante bien lo que podría ser la  tarea de un cadete de crítico literario, pero de las materias que debe abordar  un verdadero crítico no hemos visto nada. De alguien tan escrupuloso a la hora  de juzgar la importancia de la adjetivación uno espera una didáctica  demostración de su parte.
Apliquemos al inquisidor su propio tormento,  quiero decir; veamos como adjetiva Escanlar. Al referirse a la autora – cuando  no la está agrediendo – dice que es una “ gran “ vendedora de libros... una “  excelente “ descubridora de temas “ocultos “. Del último libro de la Vigil dice  que cuenta historias...” muy marquetineramente “. Se refiere a una redacción “  colmada “ de cursilerías, y cuando califica el uso que MV hace de los adjetivos  se despacha con una lista ( “ lineal, infantiloide, liceal, primario, primitivo  “) que se empoza hasta la ordinariez al calificar de berreta y barato el  sentimentalismo de Vigil “. Sin duda esta doble adjetivación simultánea ( otro  recurso literario) está muy lejos de la calidad de un Borges o un Neruda.
Como vimos el nivel de la adjetivación del columnista es una desilusión, y  puede apreciarse fácilmente que el tono agresivo del mismo está acorde con la  pobreza de su discurso.
Repasando; Escanlar ha tratado a Mercedes Vigil de “  mala escritora “ de pertenecer a una “pésima estirpe literaria “, de “ mala  poeta “, de escribir folletines “ baratos y berretas “ ( luego intercambiaría el  orden de estos mismos adjetivos para referirse a su sentimentalismo) , de  adjetivar como una “primitiva e infantiloide “ y de ser una cursi, aunque se  limitó a enumerar tales acusaciones sin aportar nunca un fundamento válido de  las mismas.
Conjeturo que esa demasiada necesidad de agredir viene a suplir  las carencias argumentales de alguien más preocupado por tener la razón, a  cualquier precio, que por buscar la verdad. Penosamente, en su enceguecido afán  por denunciar la cursilería ajena, el columnista no hizo otra cosa que ir  dejando en evidencia, a cada paso, la única y notoria cursilería a la que hemos  asistido: la suya.
En resumen: cualquier artículo como el de la columna  refutada – su estilo agresivo y carente de fundamentos – independientemente de  quien lo escriba ( no conozco, ni por referencias, al Sr. Escanlar) debe ser  motivo de rechazo por parte de todos los escritores.
Los méritos y defectos  de las obras literarias deben ser juzgadas - cuando el juicio provenga de los  foros literarios y los medios de comunicación - por personas que acrediten  conocimientos en la materia y que demuestren el más elemental respeto por el  trabajo ajeno.
En cuanto a la obra de Mercedes Vigil – como la de todos los  escritores – será juzgada oportunamente por el inapelable tribunal del tiempo.  Desconozco ese veredicto, pero mucho antes de eso Escanlar tendrá razón y ( muy  a su pesar ) como él mismo lo expresa, con inocultable amargura, Mercedes Vigil  “ seguirá vendiendo libros, más allá de las críticas “.
Ese misterio dejaría  de atormentar al columnista si, en lugar de creer que todos somos cursis menos  él, en lugar de ver fantasmas mercantiles y de imaginar “ viles tramas de poder  y ambición “ analizara las razones literarias que justifican el sostenido éxito  de la obra de Mercedes Vigil y el valor de otros autores populares que el Sr.  Escanlar trata de “ malos escritores”, aunque sin dar razón alguna.
Permítaseme concluir con la expresión de un deseo, bajo la forma de una  modesta sugerencia. Sería reconfortante que esta nota fuese publicada para que  los lectores de Búsqueda ( y todos los escritores) no dudemos que ese semanario  valora tanto una opinión como el derecho a ejercer su réplica.
Saluda  cordialmente
Escritor Eduardo Luis Fernández
C.I. 1.853.528-7